«Una teología de la biodiversidad no sólo testimonia que la diversidad de las culturas y religiones es un espacio de manifestación divina, sino que en esta relación amorosa de Dios con la humanidad cada vez más plural, la divinidad se viste de formas diversas y asume como atributo divino, no sólo la unidad sino la diversidad»
La cita es del teólogo Marcelo Barros. El autor plantea el concepto de «hierodiversidad» (del griego «hieros» = sagrado). En sus palabras, «es creer que, como cristiano recibo una revelación divina de la Palabra que Dios ha dirigido a otros como musulmanes, budistas y creyentes de tradición indígena o negra. Estas revelaciones dicen algo nuevo de Dios y de nosotros. No para hacernos cambiar de religión, sino para abrir nuestra fe a la diversidad de las palabras divinas dadas por amor a la humanidad. A esta dimensión teologal del encuentro intercultural e interreligioso es la que podemos llamar hierodiversidad. No es sólo el reconocimiento de la diversidad religiosa y de la autenticidad de cada camino espiritual para quien lo haya escogido, sino para toda la humanidad».
Lo que plantea el autor no debe confundirse con esa situación tan característica de nuestra época en la cual hay una «oferta» de diversos caminos espirituales, marcada por el individualismo y la incapacidad de comprometerse con nada. Barros no plantea una «religiosidad líquida», para usar la analogía de Bauman. Sino una actitud de apertura a reconocer una voz en los muchos caminos humanos: la de un Dios que ama con predilección a cada uno y una de sus hijos e hijas y se revela en formas diversas.
(La cita es de «Moradas del viento en los caminos humanos. Para una teología de la hierodiversidad», en Revista Concilium N° 319. Marcelo Barros es monje benedictino y biblista, consejero de la pastoral de la tierra y de comunidades eclesiales de base en Brasil)